Septiembre - Hijas de la Iglesia

5.
He escuchado tu oración,
he visto tus lágrimas Is 38, 5
Preces
Señor, Tú eres la Salud, ensanchas nuestro corazón y das alas
a nuestra libertad, nos llamas a ser canales de tu amor en primer
lugar hacia los últimos, los más pobres, los privilegiados a sus ojos.
Que sepamos acercarnos a ellos, mirándoles con tus ojos,
que les tratemos, respetemos y ayudemos como lo harías Tú.
Enséñanos a gastar nuestra vida en beneficio de los demás, a no
avergonzarnos del escándalo de la cruz, sino más bien a cargar con
sus cruces, ayudándoles a descubrir y dar el sentido a la enfermedad.
Que los enfermos puedan experimentar, gracias a la atención
de quien está a su lado, la consolación potente y la ternura del amor
de Dios.
Que cuantos los asisten, familiares, médicos, enfermeros, cumplan
este servicio con humanidad, con dedicación generosa y amor
evangélico.
… Se pueden añadir otras peticiones
Septiembre
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6.
Padre Nuestro y Oración
Te damos gracias, Señor, porque viniste para darnos Vida y
amándonos hasta el final nos demuestras que solo el amor sana y
salva, cura nuestras heridas y nos enseña a ser dueños de nosotros
mismos y servidores de los demás.
7.
Señora del Camino, muéstrame la vía
para llegar al Padre al lado de tu hijo.
Señora del Camino, en mi oración te pido
que no me dejes nunca; me siento como un niño.
Dame tu luz para avanzar y en la noche oscura guíame.
Hazme transparente como fue tu vientre
para dar a luz la vida.
Ponme con tu hijo, Señora del Camino.
Canto
Delegación de
Pastoral de la Salud
del Arzobispado de Madrid
La mirada de Cristo en la cruz
nos cura y da vida
Dios ha escogido la Cruz como medio de salvación y nos asocia
de manera misteriosa a esa dinámica. La cruz está presente en
iglesias, casas y en nuestro propio cuerpo. Hay cruces en nuestro
mundo que nos unen especialmente al santo madero como son las de
quien vive tantos sufrimientos. La persecución contra los cristianos
hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia. Nuestra
sociedad necesita que mostremos la cruz de Jesús, de la que dimana
su fuerza redentora y su amor por esta humanidad doliente. Necesita
testigos de la locura de la Cruz. Contemplar a Cristo crucificado nos
llena de amor y gratitud, nos hace ver el sentido del sufrimiento, de
esa Cruz brota la misericordia del Padre que abraza al mundo entero.
“Podemos decir que es el rostro de Cristo, ese rostro que manifestó
cuando iba al encuentro de todos, cuando curaba a los enfermos y
sobre todo cuando, clavado en la cruz, perdonó: ahí tenemos “la
cara” de la misericordia divina” (Papa Francisco).
1.
Canto
Yo no soy nada y del polvo nací,
pero Tú me amas y moriste por mí.
Ante la cruz sólo puedo exclamar:
«Tuyo soy, tuyo soy».
Toma mis manos, te pido.
Toma mis labios, te amo.
Toma mi vida, oh Padre, tuyo soy, tuyo soy.
Cuando de rodillas te miro, Jesús,
veo tu grandeza y mi pequeñez.
¿Qué puedo darte yo?, tan sólo mi ser.
Tuyo soy, tuyo soy.
2.
Del Evangelio de San Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo,
sino el que ha bajado del cielo: el Hijo del Hombre. Así como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto, para que
todo aquel que crea en él tenga la vida eterna. Tanto amó Dios al
mundo que le dio su Hijo Único, para que todo el que crea en él no
se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no mandó a su Hijo a
este mundo para condenar al mundo sino para
salvarlo”.
Miraban a la serpiente y quedaban curados.
(Nm 21, 9)
M.I. Rupnik, Capilla del Santísimo, Catedral de Madrid
3.
Testimonio
“Existe un amplio grupo de personas que
se ocupan de los enfermos, ancianos, etc. Lo
más sobresaliente es que se vinculan con los enfermos y estos con
ellos, en una relación honda, personal, creándose auténticos lazos
de amistad y de amor. De esa amistad y confianza brota la atención
a todo lo que el enfermo puede necesitar: lavarle, levantarle y
acostarle, sacarle a pasear, llevarle al médico o avisarle para que le
vea, preparar comida, limpiar la casa... En una palabra: ayudarle en
lo que necesite. Tratan de ofrecerle amor, esperanza cristiana,
auxilio, asistencia y acompañamiento en el proceso de la
enfermedad y, en no pocos casos, en el proceso de su muerte.
Procuran, finalmente, descubrir y vivir desde Cristo todo lo que
acontece en la existencia del enfermo, convencidos de que ello da
sentido a su propia existencia y les revela el verdadero rostro de
Dios. La relación continúa cuando es hospitalizado o internado en
una residencia. En este caso lo visitan, le llevan a su casa a pasar un
día o una tarde, se preocupan de conectar con sus posibles
familiares”.
(Parroquia de Santa Feliciana, Madrid)
4.
Oración en silencio
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte,
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Del Soneto a Cristo Crucificado, atribuido a Sta. Teresa
PREGUNTÉMONOS
-¿Cuáles
han
de
ser
las
motivaciones fundamentales que
empujen a un creyente cristiano a
acercarse al enfermo?
-¿Qué es lo más importante a la hora
de acercarse desde la fe a un enfermo?
-¿En qué crees que debes cambiar en
tu manera de acercarte a los enfermos?
Miramos a María,
Salud de los enfermos
y consuelo de los afligidos.
Tú, María, eres Madre del dolor, tú eres la que no cesa de amar a
Dios no obstante su aparente ausencia, y en él no se cansa de amar
a sus hijos, cuidándolos en el silencio de la espera. En tu Sábado
santo, María, eres el icono ---------------------de la Iglesia del amor, sostenida por una
fe más fuerte que la muerte y viva en la caridad que supera
cualquier abandono. Obtennos, María, el consuelo profundo que
nos permita amar aún en la noche de la fe y de la esperanza.
Gracias, Señor, porque tu cuerpo se hizo
dentro de una mujer, la Virgen María.