descargar archivo

Seminario
Dependencia, cronicidad y atención sociosanitaria:
lecciones y desafíos
Santiago de Chile, 10 y 11 de noviembre de 2015
Invitan: Banco Interamericano de Desarrollo e Ilustre Municipalidad de Santiago Colaboran: Fundación Sociosanitaria MANRESA y Umanresa Uvic Universidad Central de Cataluña. Nota de contexto
Servicios para la inclusión social, un nuevo concepto. La región de América Latina y el Caribe (ALC) ha logrado avances considerables en materia de reducción de la pobreza. Así, destaca como un logro de gran relevancia que 96 millones de personas hayan salido de la pobreza en los últimos 10 años. Sin embargo, la mayoría de esta población aún no accede plenamente a la clase media y por ende está en condición de vulnerabilidad (situación en que se encuentran alrededor de 215 millones de personas). Asimismo, todavía hay 175 millones de personas en pobreza y 95 millones de ellas en pobreza extrema, que precisan de políticas redistributivas y de inclusión. Los servicios de inclusión social promueven la autonomía de las personas pobres y vulnerables o en situación de dependencia. Estos servicios juegan un papel clave en momentos cruciales del ciclo de vida: en la infancia, cuando hay una primera ventana de oportunidad para el desarrollo de capacidades cognitivas y socioemocionales; en la juventud, cuando existe el riesgo de interrupción de trayectorias exitosas hacia una vida adulta productiva y plena; y en la adultez mayor, cuando los cuidados socio-­‐asistenciales adquieren especial relevancia1. Los servicios sociales que se ofrecen para contribuir a la inclusión social, promueven la autonomía y la acumulación de capital humano de las personas pobres y vulnerables y ofrecen protección especial para quienes tienen necesidades específicas de cuidado por su situación de dependencia. Para promover la inclusión social se requiere la acción articulada de servicios sociales sectoriales y de servicios sociales diferenciados específicos para la población pobre y vulnerable. 1
Basado en: BID (2014). MARCO SECTORIAL DE POBREZA Y PROTECCIÓN SOCIAL. División de Protección Social y Salud. Washington D.C. 1 Estos últimos son necesarios porque permiten vincular a las personas con los servicios sectoriales de salud y educación, que frecuentemente no llegan a los más pobres y vulnerables; y son necesarios porque los servicios sectoriales no son suficientes para atender la multidimensionalidad de la pobreza y vulnerabilidad. Integración de servicios y continuo de la atención. La provisión de los servicios sanitarios y de los servicios sociales depende de dos sistemas diferentes, salud y asistencia social. Esto impone retos de enorme envergadura desde el punto de vista de la articulación y funcionamiento de las redes si lo que se busca es asegurar el continuo de atención en la población, especialmente en las personas en situación de dependencia que requieren del apoyo de más de un prestador para resolver sus necesidades de cuidado. La coordinación entre los distintos sistemas de provisión de servicios sociales y sanitarios se puede dar de formas muy diversas y con diferente intensidad: desde la colaboración o cooperación, hasta las que prevén la planificación, el seguimiento y la financiación conjunta de servicios. El principal desafío es lograr una adecuada delimitación de las competencias de cada sector, condición necesaria para brindar una atención integral que resulte de la suma eficiente de servicios coordinados para evitar la duplicación y organizar un sistema general centrado en las necesidades de las personas. La necesidad de integrar los servicios sanitarios y sociales es cada más evidente y sin embargo en la región todavía son muy incipientes las modalidades que ayudan más estructuralmente a que esa integración sea posible. Desde la economía de provisión de servicios sociales y especialmente los que se vinculan al cuidado, la expectativa es que si la intervención de los servicios sanitarios y sociales se realiza de forma conjunta y con un plan de atención integrado, produzca sinergia en sus efectos sobre el usuario y sobre la eficiencia global del sistema. Desde luego, no todos los servicios necesitan ser provistos en conjunto con otras entidades prestadoras. De hecho, un grupo importante de servicios sociales y sanitarios puede darse de forma independiente. Sin embargo, existe otro conjunto de usuarios que necesitan ambos servicios pero integrados en un continuo. Es el caso, por ejemplo, de las personas mayores con pluripatología y dependencia, la gran dependencia por vejez o discapacidad, las personas con problemas crónicos de salud mental, entre otros, los que constituyen colectivos donde esta necesidad de integración es mucho mayor. La literatura que da cuenta de estos modelos refiere a varias experiencias, especialmente europeas o del norte de América, donde se han identificado factores comunes de éxito para la integración de servicios sociales y sanitarios: la interdisciplinariedad, la existencia de gestores de casos, los sistemas de información compartidos y, la existencia de mecanismos de coordinación a nivel local. Sin embargo, poco se sabe acerca de esto en la realidad de ALC, considerando que hay diferencias importantes en cuanto a institucionalidad, descentralización y capacidad de atención de los servicios. Uno de los modelos que ha servido de referencia en este ámbito es el de la integración de servicios sociosanitarios implementado por las comunidades autónomas de España. Ellas han definido la red socio-­‐sanitaria como el conjunto de recursos destinados de forma específica a la 2 atención de las personas en situación de dependencia, siendo su objetivo la creación de un espacio común de atención del que forman parte algunos de los recursos del sistema nacional de salud y del sistema de servicios sociales, así como nuevos servicios específicos para la atención de la población. El concepto de coordinación sociosanitaria pretende facilitar la accesibilidad a los diferentes servicios y garantizar o facilitar la continuidad de cuidados entre servicios. Bajo este enfoque, la correcta atención sociosanitaria a las personas dependientes, requiere de la garantía de continuidad en los cuidados entre los diferentes niveles asistenciales, para lo cual es necesario que se desarrollen estrategias estables de coordinación, que hagan posible una atención integral y una adecuada utilización de los recursos. Al comparar modelos y tendencias regionales en materia de protección social y pobreza se observa que mientras los países de la OCDE se enfocan en vulnerabilidades en relación al ciclo de vida, los países en desarrollo se centran en la condición de pobreza. La mayoría de los países desarrollados tienen, desde hace décadas, alguna modalidad de estado de bienestar que cumple con funciones de aseguramiento social y de protección al ingreso. En contraste, en los países de América Latina y el Caribe, al igual que en la mayoría de los países en desarrollo, las políticas redistributivas y de inclusión social dirigidas a la población pobre y vulnerable recientemente se han institucionalizado. Esto levanta numerosas interrogantes en cuanto a las posibilidades de implementar modelos de este tipo en la región, considerando que los niveles de centralidad y concentración de recursos tienden a ser todavía altos, y los servicios sociales y sanitarios a funcionar de manera muy independiente. Atención a la dependencia, nuevo desafío regional y nacional. Diversos organismos han llamado la atención sobre el aumento de la necesidad de cuidados de largo plazo, en particular para las personas que requieren ayuda para la realización de actividades en la vida cotidiana. Las consecuencias sociales y económicas de esta tendencia se determinarán a partir de la capacidad que tienen los sistemas institucionales públicos y privados de brindar servicios. Sin embargo, ya se puede constatar que la atención de las personas afectadas por una enfermedad crónica avanzada y con problemas de salud complejos, se ha convertido en uno de los principales retos para los sistemas sociosanitarios. Hasta ahora, la resolución del cuidado de las personas con algún nivel de dependencia ha sido casi exclusiva responsabilidad de las familias. Sin embargo, emerge con fuerza la necesidad de asignar responsabilidades más claras a los estados y definir mejor las reglas del juego a los proveedores de servicios. Así, el énfasis se va poniendo progresivamente en poner en el centro conceptos como cuidado y dependencia porque es preciso dar cuenta de los cambios sociales y demográficos que se están experimentando en el mundo y en particular en ALC, donde las personas viven más y, junto con la vejez, se refuerzan o surgen nuevos riesgos y necesidades. El alargamiento del promedio de vida de la población implica el aumento de la cantidad y proporción de adultos mayores que viven en situación de dependencia durante períodos prolongados, debido a problemas físicos o cognitivos que limitan su autovalía para el 3 desempeño en la vida cotidiana. El concepto de dependencia hace referencia a la pérdida de autovalía para el desempeño de actividades imprescindibles para llevar adelante la vida diaria y la consecuente necesidad de apoyo de otras personas para la sobrevivencia. Aunque los temas de atención a la dependencia están adquiriendo una importancia cada vez mayor, considerando la transición demográfica que atraviesa la región, todavía tienen un desarrollo incipiente. En este sentido, conocer cómo se están dando estos procesos en los países que cuenten con mayor nivel de desarrollo de servicios en contextos donde existen condiciones estructurales básicas para pensar en la integración socio-­‐sanitaria, puede resultar de mucha ayuda para abrir debate y generar recomendaciones. Estudiar los modelos de gestión e integración de servicios socio-­‐sanitarios para satisfacer la demanda creciente de las personas dependientes y de sus cuidadores en diferentes instituciones, organizaciones y gobiernos locales es una necesidad imperiosa. El caso de Chile resulta particularmente atractivo para explorar las posibilidades de integración de servicios asistenciales y de salud. Las estimaciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas indican que la población de 60 años y más llegan al 13% de la población chilena y que en el año 2050 corresponderá al 28,2% de la población. Por su parte, la esperanza de vida al nacer para el quinquenio 2005-­‐2010 se calcula en 81,5 años para las mujeres y 75,5 años para los hombres, ubicando a Chile en un estadio de envejecimiento avanzado. De otro lado, de acuerdo a los datos de la Encuesta de Caracterización socioeconómica Nacional (CASEN) del 2013, el 12% de los hogares del país cuenta con personas en situación de dependencia, es decir, 637 mil hogares aproximadamente. Asimismo, la tasa de participación laboral de las mujeres llega al 45,6%, siendo el cuidado familiar uno de los principales obstáculos para el acceso de las mujeres al trabajo remunerado fuera de la casa. La estructura de gobiernos locales con que cuenta el país, el fuerte desarrollo de su red asistencial social y sanitaria y la existencia de una agenda de iniciativas para avanzar en la instauración de un sistema nacional de cuidados, constituyen un escenario favorable para identificar de qué forma y en qué ámbitos se da actualmente esa integración y, qué alternativas existen para potenciar los vínculos entre los sistemas social y sanitario. Adicionalmente, existe una masa crítica densa y técnicamente robusta en el ámbito académico y entre las organizaciones de la sociedad civil, en las que se han venido desarrollando modelos y llevado a cabo experiencias muy valiosas sobre manejo del cuidado en pacientes crónicos, personas mayores o con discapacidad. Ellas ofrecen una oportunidad muy rica para aprender de la experiencia concreta de la implementación de servicios y nutrir a las políticas de sus aprendizajes. Por esta razón, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Ilustre Municipalidad de Santiago, en alianza con la Fundación Sociosanitaria MANRESA y Fundación Universitaria del Bages, Campus UManresa de la Universidad de Vic de la Universidad Central de Cataluña, llevarán a cabo un seminario internacional para analizar modelos y experiencias sobre dependencia, cronicidad y atención sociosanitaria. 4